Apolo y Dafne

En la mitología griega Apolo era el dios de la poesía y de la música, de la profecía y de la luz, además del dios de los arqueros. 
Se le daba muy bien manejar el arco. De hecho, logró matar a la temible serpiente Pitón que se escondía en el monte Párnaso.La población estaba absolutamente desesperada por aquella temible pitón, necesitaban alguien que les ayudase. Suplicando a los dioses, bajó Apolo y se deshizo de la bestia con una lluvia de flechas.
El problema estuvo en que tras la hazaña, Apolo se volvió terriblemente orgulloso. Se pasaba la vida hablando de sí mismo y presumiendo de su valentía. Su actitud era tan soberbia que lo único que hacía durante todo el día era fardar sobre su habilidad con el arco. La cosa llegó a tal punto que ya no solo era engreído y arrogante si no que se dedicaba a burlarse y despreciar a los demás. 
En estas andaba cuando un día paseando por el bosque se encontró con Eros, el dios del amor y se metió con él. Acabaron discutiendo.
pero no dudes que con ellas he conseguido grandes hazañas, pues han logrado llevar el amor tanto a dioses como a hombres.
La conversación cada vez se iba complicando más y más, pues la actitud de Apolo no podía ser más pedante e insoportable. Así que Eros, cansado, irritado y enrojecido de rabia le dijo:
-Toda tu vida recordarás este momento. Juro, por tu padre Zeus, que tendrás tu
merecido.
Eros cumplió su amenaza utilizando su mejor arma: el amor. Aquel mismo día Eros lanzó dos flechas: una de oro y otra de hierro. La de oro con punta de diamante servía para enamorar a la gente, en cambio, la de hierro que tenía la punta de plomo provocaba lo contrario, un rechazo absoluto al amor. Eros mandó la flecha de oro directa al corazón de Apolo y este de inmediato cayó rendido y perdidamente enamorado de Dafne, una de las ninfas más bellas de la región. 
Pero, ¿os imagináis dónde fue a parar la de hierro? Exacto!,
en Dafne.
Hasta ese momento Apolo no había sentido el menor interés por la bella ninfa, pero a partir de ese día no se la podía quitar de la cabeza. Se pasaba el día pensando en ella hasta tal punto que abandonó sus aficiones favoritas. Lo único que le apatecía era pasarse el día viendo a su bella amada.

En cambio, Dafne no quería saber nada de Apolo, es más, cada vez que le veía echaba a correr o se escondía entre los árboles porque le ponía nerviosa lo pesado que era. Pero claro, tanto esquivar, tanto esquivar... no siempre es posible y un día se encontró con él de frente. 
Apolo aprovechó la ocasión para pedirle que se casará con él pero la respuesta de Dafne no dejó ni un resquicio de duda:
-No me casaré jamás.
Apolo no lo entendía... pero si él era un dios... cómo le despreciaba así... ¿era poco para ella?
Dafne en un alarde de sinceridad le sacó de dudas.
-No despreció tu amor Apolo. Lo que me ocurre es que no quiero el amor de nadie. Nací libre y quiero seguir siendo libre.
A pesar de las palabras de Dafne, Apolo, cabezota como buen enamorado, no perdió la esperanza. Es más, ni se enfandó con ella. ¿Cómo se iba a enfandar con el amor de su vida? Lo único que quería era abrazarla, estar con ella, quererla... Pero cuando Dafne se dio cuenta de la obsesión de Apolo le dio miedo y decidió huir al bosque. 
Así comenzó una carrera, cual persecución, en donde Apolo iba tras la ninfa. Dafne estaba muy asustada, tanto que cuando creyó que Apolo le iba alcanzar se acercó al río Peneo, que en realidad era su padre, y le pidió ayuda.
Peneo pese a estar un poco enfandado con su hija, no entendía está obsesión que tenía Dafne con no casarse y no darle nietos... con lo feliz que a él le harían. Se alarmó y decidió ayudarla.
De repente Dafne dejó de correr. Su cuerpo se volvió rígido como una piedra. Una fina costra cubrió su pecho y endureció su vientre, sus brazos se convirtieron en ramas, su cabellera se transformó en copa... Peneo pensó que la mejor manera de ayudar a su hija era despojarle de su forma humana y convertila en árbol,convertirla en el primer laurel que hubo en la tierra.
Cuando Apolo vio lo que había pasado rompió a llorar. No podía creérselo. Ya no había ninguna posibilidad de que su amor por Dafne fuese correspondido, así que roto de dolor se acercó al árbol, se abrazó a él y decidió que ya que no iba a ser su esposa, sería su árbol sagrado, lo adopto como símbolo y con sus ramas hizo una corona.
A partir de ese día el laurel, palabra que en griego significa Dafne, se convirtió en símbolo de gloria. De ahí que sus hojas sirvan para coronar a los generales victoriosos y honrar a los más destacados atletas y poetas.


CONCLUSIÓN  DEL MITO:


La gente estaba atemorizada por una gran serpiente. Apolo la mató con su arco. El problema está en que Apolo no paraba de fardar y de burlarse de la gente. Un día se encontró con Eros. Estos acabaron peleándose porque Apolo se metía con él con su aspecto físico, además de que le dijo que él era el único capaz de llevar un arco con flechas. Eros se enfadó y como venganza lanzo dos de sus flechas: una que representaba el amor y la otra el odio. Eros le lanzó a Apolo la flecha del amor y se enamoró locamente de Dafne. El preoblema está en que le lanzó la del odio a Daphne. Apolo corría tras ella pero no le hacía caso. Ella fue a pedirle ayuda a su padre Peneo, aunque a él no le gusto la idea de no darle nietos, la convirtió en árbol para que apolo no la molestara. Él dijo que ya no sería su esposa, a partir de ese momento sería su árbol sagrado.



DEMUESTRA LO APRENDIDO:

1.- ¿Qué es lo que hizo que Apolo se volviera tan vanidoso?

2.-  ¿De quién se enamoró Apolo? ¿Por qué?

3.- ¿Quién ayudo a Dafne a escapar de Apolo?

4.- ¿Qué hizo Apolo tras la transformación de Dafne?

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